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Me parece que los autobuses son algo importante en la vida de todo ser humano que habita este planeta, esenciales. Una especie de santuario donde los pensamientos de unas cincuenta personas funcionan de forma constante y diferente los unos de los otros, desde la lista de la compra a las ganas que tiene el hombre calvo del fondo de mear. Y es una pena que ahora mismo esté sentada encima de una silla de ordenador giratoria y no en el asiento de algún autobús, porque estoy segura de que se me ocurriría algo genial que escribir. De todas formas hoy no necesitaba más que aclarar lo esenciales que son, así que de momento no dramatizaré sobre la mierda de silla giratoria y la rabia que me produce que esté tan rota.